En la vida real

Escrito por popchild Martes, Abril 21st, 2015

En esta época que hasta los guionistas de cine tienen que echar mano de libros, juegos o cómics para lanzar títulos de calidad, “En la vida real” se compone en dos de estas artes, ya que hablamos de un cómic que nos introduce de lleno en el mundo de los videojuegos online. Aunque la historia va más allá de lo aparente, y nos habla también de la consciencia social, la soledad de aquellos que se esconden tras una pantalla de ordenador para ser valientas y de la globalización en todos sus sentidos.

El guión de Cory Doctorow (“Pequeño hermano“), nos cuenta como Amanda, una adolescente rechoncha y con poca vida social, se introduce de lleno en el mundo de “TerrÁurea”, un videojuego en linea donde pronto, dado a su inteligencia y agilidad y gracias a su avatar, conseguirá convertirse en una de las más importantes soldado del guild, capitaneado por una comandante que les da la orden de detener a cuántos más “farmers”, mejor. Los farmers (granjeros), son individuos, la mayoría pertenecientes a países con un alto índice de pobreza, que se encargan de conseguir logros y vendérselos a los gamers que son quienes finalmente presumen de ellos. Al adentrarse en la misión, Amanda descubrirá que no todo es lo que parece y que aquellos a quienes llaman delincuentes no son más que pobres niños o jóvenes con la única intención de sobrevivir y mantener a sus familias, como es el caso de Raymond, uno de los pocos que decide hablar con ella.

El cómic, bien hilado y con las excelentes ilustraciones de Jen Wang (“Koko Be Good”), que mezcla las expresiones de los personajes con colores llamativos y fondos estáticos, es pues una narración que va más allá de lo aparente y toca muchos palos: la política, los problemas sociales, las diferencias de clases y por su puesto el mundo gamer.

Las chicas tendrán en su heroína, un ejemplo a seguir. Alguien que no se doblega pese al impedimento de los adultos que le rodean, en su afán por ayudar a salir a sus nuevos amigos, los farmers, del atolladero en el que andan metidos en ese mundo cibernético, imaginario, pero que en realidad es un reflejo de la propia realidad, como ya nos anuncia el título.