Con este título tan irónico como cierto, llega a nuestras manos el trabajo de Mikkel Glasser. Un disco, que encierra las mil y una maravilla melódicas y que bien podría estar a la altura de los mejores discos que se ha firmado en los últimos tiempos. El trabajo de Glasser es tratado por su autor de manera detallista y perfilada, mezclando varios tipos de instrumentación, y otorgándole a su discurso una parte tan divertida como emotiva.
“Everyone takes Themselves Too Seriously” es el debut de este talentoso canta-autor danés. Un disco compuesto por once redondos temas, que harán las delicias de los amantes del buen pop y los paisajes melancólicos, como si de unos Death Cab For Cutie o Postal Service se tratara, ya que la voz de Glasser adquiere ciertos tintes que lo acercan en cierto modo al registro de Gibbard. Empezando con temas como “Don’t Talk” en la que avanza entre silencios por composiciones que se estiran y se moldean como un muelle al eco de su voz, así como a los chelos, bajos, trompetas y trombones que acompañan todo el disco.
En ocasiones, incluso podríamos decir que se acerca a un folk instrumentado, con la aparición de mandolinas y que queda reflejado en obras como “Yes” o “Missed”. Por otro lado, tampoco olvida esa estructura electrónica gestada a partir de sintetizadores, teclados y programación que queda latente en temas como “King Kay” o “The Stars You See Are Out”. Realizando de ese modo un torbellino de sensaciones y de nuevas tonalidades para nuestros oídos.
|