Pop

Death Cab For Cutie | "Transatlanticism" | Houston Party | El Diablo | 2003

No debe dejar de ser triste, al menos para el artista creo yo, que toda la expectación creada alrededor de la publicación de un disco se deba en gran medida no a la posible calidad de esta nueva obra, sino a cómo ha podido verse influida por la colaboración de uno de sus miembros en un proyecto paralelo.
Esto es más o menos lo que ha pasado con el cuarto disco (quinto si contamos un recopilatorio) publicado por Death Cab For Cutie, este Transatlanticism, tras la colaboración de su líder Ben Gibbard con Jimy Tamborello en el proyecto The Postal Service.

Había mucha curiosidad o expectación por ver como había podido influir esta colaboración a la hora de componer las nuevas canciones de DCFC, pensando la gente que este nuevo álbum presentaría un giro electrónico en las nuevas canciones.
Pero Ben Gibbard ha demostrado que tanto un proyecto como otro no tienen nada que ver, y con la excepción de “Title and Registration”, con una pequeña base que podría recordad a The Postal Service , nos ofrece, sin lugar a dudas, uno de los mejores discos de indie pop del año.

En este disco se nos presenta una banda en plena madurez creativa. Una obra de marcado espíritu introspectivo y melancólico donde las canciones van tejiendo un manto de los sentimientos y las miserias del ser humano, convirtiendo a Ben en uno de los mejores cronistas de su generación.
Unos temas donde se nota una energía contenida apunto de explotar, una intensidad latente que deja al oyente sin capacidad de reacción y que demuestra una capacidad de encauzar todo el torrente de creatividad que fluye en el grupo.
Desde el inicio con ese fantástico tema que es “The New Year”, hasta los siete minutos de la delicada “Transatlanticism” con un crescendo progresivo que desemboca en final épico, el disco se mueve entre guitarras suaves o contundentes, melodías delicadas y tristes (“Death of a Interior Decorator”) o animadas y exultantes (“The Sound of Settling”), largos desarrollos de piano (“Passanger SEAT”); pero siempre guiadas por la segura mano y la bonita voz de Ben Gibbard.

Un disco donde el grupo por fin saca a relucir todo su potencial, tanto compositivo como interpretativo, que contentara a todos sus seguidores y que tendría que hacer callar a muchos de sus detractores. Un punto y aparte en su carrera y que los coloca en una inmejorable posición para saltar a la primera división del pop americano.


“Transatlanticism”






Por: manel  


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