Reportaje

Santander Summer Festival
Reportaje

JUEVES 22

Una nueva edición del que quiere ser el festival por excelencia del norte de la Península daba comienzo con un cartel de lujo y con una jornada más de festival, con respecto al año anterior. La primera actuación de la que pudimos disfrutar vino a cargo de los Infadels, banda inglesa de reciente aparición en el panorama musical actual. Su concierto es casi calcado al que ofrecieron la semana anterior en Sónar, aunque esta vez ante un público mucho más numeroso. No faltaron hits como Can´t get enough o Murder that Sound que suenan realmente bien en directo. Su puesta en escena neo-mod y su moderna elegancia hacen de Infadels una banda a tener muy en cuenta. Después de su descarga de punk-pop electrónico seria el momento de escuchar a Marlango, el grupo de la actriz y también cantante Leonor Watling. La verdad, el cambio de tercio no pudo ser más doloroso, por qué no se programaron al revés dichos grupos? Teniendo en cuenta la fabulosa programación electrónica que se nos avecinaba, sinceramente creo que la actuación de los Infadels habría encajado mucho mejor justo antes de los sets de los dj´s. Marlango no es que cuajasen un mal concierto ni mucho menos, ya que se metieron a gran parte del público en el bolsillo, pero la hora a la que actuaron y sobretodo después de una banda tan alejada musicalmente de su soul-jazz como es Infadels, debieron programarles en otra franja del festival. Pasada la 1 de la madrugada subían al escenario Smash TV, los primeros integrantes de una noche que los artistas del sello Bpitch Control iban a monopolizar por completo. Smash TV ofrecieron un recital de aburrimiento y música anodina, consiguiendo exasperar a más de uno, haciéndonos desear con aún más fuerza la llegada de los siguientes artistas: Modeselektor. De repente toda la mediocridad musical se esfumó y el dúo formado por Gernot Bronsert y Sebastian Szary nos rescatan de nuestro letargo a base de su collage de electrónica bizarra, con un groove enloquecedor.

Sonaron temas de una elegancia y un saber hacer musical que dejaron impresionados a aquellos que no habíamos tenido la suerte de verles anteriormente. El gorila de la portada de su reciente álbum apareciendo en los visuales, sincronizado con cada golpe de bombo, constituyeron en ese mismo momento uno de los recuerdos imborrables de este joven festival. Ojalá su actuación no hubiese terminado nunca. A continuación llegaría el turno del simpático finlandés Kiki, cuya clase y refinamiento musical no iban a desmerecer lo logros conseguidos por los compañeros de sello que le precedieron. El ritmo de la sesión iba en aumento tanto en energía como en calidad. Los visuales seguían siendo espectaculares. Sonaron hits de compañeros de sello como Paul Kalkbrenner y de otros que no lo son como Booka Shade. Mención especial a la calidad del sonido que Kiki conseguía sacarle al soundsystem y a una muy buena ecualización, aunque el volumen no fuese todo lo contundente que pedía una parte del público. De este modo llegábamos a la que sin duda era la actuación estrella de la noche: Ellen Allien+ Apparat. Venían para pasear su nuevo directo, que están llevando de gira por todos los festivales de Europa, sin ir más lejos les pudimos ver anteriormente en Primavera Sound. La frescura de la música que sale del i-book de Apparat hacen las delicias de los clubbers más entendidos y sibaritas. Cada vez suenan mejor y se nota que el directo lo tienen cada vez más ensayado. Ellen micro en mano no es nada excepcional, pero con los temas de fondo lanzados por Apparat, la cosa queda bastante apañada. Sin embargo hay que destacar que cuando mejor funciona su directo es, sin duda cuando Ellen prescinde del micro, algo que quizá Miss Kittin también debería haber dejado de hacer hace mucho tiempo...Ya con las fuerzas algo más que justas y pasadas las 6 de la mañana entraba en escena Sasha Funke, cuyas últimas producciones son de lo más pinchado en locales de toda Europa. Aún así su sesión nos sirve para constatar que la fama de sus recientes producciones no están a la altura de sus sesiones. Ya era muy tarde y aún teníamos por delante dos maratonianas jornadas de festival, así que ese fue el momento perfecto para retirarse y cobrar fuerzas de cara al día siguiente.

VIERNES 23

A nuestra llegada al recinto de conciertos Nosoträsh ya habían finalizado su concierto. Nos dirigimos entonces al escenario principal para disfrutar de la actuación de Sexy Sadie. El público asistente en estos momentos no debe superar los pocos cientos y aún resultando desangelado, la banda suena bien arropada por un sonido digno. No podían faltar “Someone Like You” “In the water” o “Always Drunk”. Lo cierto es que esta banda de mallorquines han conseguido tener un sonido característico, convirtiéndose junto con Love of Lesbian, en lo mejor del panorama indie nacional. Tras su correcto concierto nos dirigimos a la carpa del Summer Stage para degustar el live ofrecido por Digitalism, electrónica de baile a raudales, con mucha calidad, aunque recibida con poca pasión. En ese momento seguíamos siendo cuatro gatos los que estábamos allí de pie. Uno de los dos componentes del dúo, en concreto Ismail Tuefekci, parecía haber sido sustituido por otro artista que acompañaba a la otra mitad de Digitalism, Jens Moelle, aunque su ausencia fuese más bien física, la actuación pareció no resentirse. Casi sin tiempo para descansar, iba a dar comienzo en el escenario principal, el Heineken Stage, el concierto de una de las mejores bandas de la actualidad: Editors. Este cuarteto británico ofreció uno de los mejores conciertos del festival –sino el mejor- en el que fueron desgranando todos y cada uno de los temas que conforman su disco “The Back Room”, aparecido en el mercado el verano pasado. Hicieron una entrada en escena directa, demostrando que no habían venido a perder el tiempo y arrancaron de forma espectacular con el tema “Someone Says”. Con un sonido que rinde un claro tributo al sonido de finales de los 70 y más concretamente a Joy Division, podríamos emparejar a Editors con bandas como Interpol, al compartir un sonido que bebe claramente de la banda de Ian Curtis. Tom Smith, vocalista de Editors parecía en algunos momentos una reencarnación de Curtis, con su rostro afectado y sus movimientos espasmódicos. Con una sobriedad absoluta sobre el escenario, sonaron formidables durante casi toda su actuación, muy precisos en cada una de las canciones y con más contundencia si cabe que en el disco.

La trepidante “Camera”, con Smith a los mandos del teclado, la oscura y preciosa balada “Fall”, la exquisita “Munich” o “Fingers in the Factories” que pronto se convertirá en un himno y que cerró su actuación, dieron buena fe de que nos encontramos ante una banda que está explotando y que va a dar mucho que hablar a merced de lo que pudimos ver y oír. También dejaron caer algún tema nuevo, que francamente, apuntan aún más alto que los anteriores. Si la potencia vocal de Smith, cuya voz parece no agotarse, siguen intactas en el futuro así como la destreza del resto de los integrantes del grupo, podemos afirmar sin dudar, que Editors es en la actualidad uno de los grupos con mayor potencial para convertirse en una banda de culto. Su concierto fue buena prueba de ello. Poco después de este gran concierto aparecieron en el otro escenario los Asian Dub Foundation en versión Soundsystem, que en el fondo no era más que un olvidable remedo a caballo entre el drum and bass y el hip hop. Un concierto sin pena ni gloria la verdad. A continuación vendría un grupo que parecía haber desaparecido –musicalmente hablando- de la faz de la tierra a estas alturas: The Charlatans. Con su brit pop pasado de moda y sus clásicos más que trillados ofrecieron un recital digno de bostezo y almohada. Se ha de tener valor para salir a escena tan fuera de forma y con tan pocas ganas de sorprender. Al mismo nivel que The Tears en el FIB 05, es decir, soporíferos. Casi peor iban a ser los siguientes en liza por el trofeo al peor concierto del festival: HIM. Banda, estos sí más que nunca, con todo lo que la palabra conlleva, perpetraron una actuación que parecía un pastiche barato de estas bandas del llamado nu metal y el look de filmes como Entrevista con el Vampiro. Ville Valo, su cantante, padecía una afonía manifiesta en directo o quizá resultó que fuera del cobijo del estudio, sus habilidades vocales quedaron un tanto desnudas. El resto de sus músicos arrancaban cada estribillo unos segundos antes, para intentar maquillar o tamizar lo que era evidente: el cantante no llegaba. Aquello fue a todas luces patético... Por suerte para nosotros los buques insignia del sello Get Physical: Booka Shade y M.A.N.D.Y. nos redimieron de nuestro enfado combinado con algo de letargo, con una avalancha de técnica y temazos a discreción, bateria electrónica en mano los primeros y vinilo en platos los segundos.

A esa misma hora Adam Beyer se las veía y deseaba en la otra carpa electrónica, para intentar llevar a cabo su sesión lidiando con un infame sonido. Durante toda la noche la pésima calidad del sonido, así como su volumen desproporcionado, enturbiaron gravemente gran parte de las actuaciones en ese escenario. Dave Clarke, quien cerraría la noche de dicho espacio, lucía un gesto de descontento descomunal. Este dj inglés nunca parece estar de buen humor y es más bien seco, de rictus serio, pero esa noche estaba simplemente cabreado, aquel equipo no era ni siquiera digno de una rave callejera. De vuelta al escenario principal y con un retraso de casi 45 minutos, Primal Scream hacían acto de presencia, ante un escaso y agotado público, que no estaba ya quizá de mucho humor para guitarras a esas horas. Su concierto, borrachos o no sobre el escenario, fue aburrido, que es casi lo peor que te puede suceder. Sin gancho, faltos de punch y con una pista semi vacía, parecieron contagiarse y lo cierto es que resultó muy duro intentar resistir hasta el final. Serán un grupo de culto –que lo siguen siendo para muchos- pero ninguno de sus himnos sonó favorecido. Una verdadera lástima... Otra vez de vuelta a la carpa electro –según la propia denominación del festival- Black Strobe, o lo que es lo mismo Ivan Smagghe y Arnaud Rebotini tomaban el relevo y con muy buena nota, pese a la enorme polvareda que se levantaba del suelo. Quizá Smagghe, más activo era el que llevaba la iniciativa y Rebotini se limitaba a hacer ver a ratos que hacía algo –aparte de jalear al público- o a eculizar o jugar con la mesa. Pese a ello su música rezumaba calidad por los cuatro costados, con toques italodisco y electro para entendidos que daba gusto saborear a esas horas. Ya sobre las 4 y media de la madrugada los hermanos Ali y Basti Schwarz, también conocidos como Tiefschwarz, se iban a llevar la gloria de esa jornada electrónica muy a pesar de Tiga, cuyo set fue pobre, atiborrado de temas con vocales insulsas y falto de fuerza digna de un cierre. Sin lugar a dudas una de las decepciones del festival. En la segunda carpa electrónica -en este caso la techno- los sonidos que de ella manaban no eran los del Averno, sino los provenientes de los mandos de Ben Sims, Óscar Mulero, nuestro rey oscuro del hard techno español y a posteriori Dave Clarke. Con tamaña descarga de ruido y metralla nuestra cabeza daba vueltas y a la cama a reposar nos invitaba.

SÁBADO 24

Unos deliciosos Delorean daban en el escenario principal el pistoletazo de salida, a la última jornada de este futuro gran festival. Estos guipuzcoanos con sus melodías pobladas de saber hacer y de sencillez, sorprendieron a más de uno por su frescura y sus ganas. Su progresión musical parece imparable y sus sonidos pisteros, hacen de estos chavales una de las mejores bandas indies –o no- bailables de nuestro país junto con los emergentes Mendetz. Con el atardecer a sus espaldas, aquello no podía haber sido más poético. En el otro escenario los rockeros franceses Hushpuppies arrancaban con fuerza, desgranando algunos temas de su lp “The Trap”, aunque hacia el final perdieron algo de brío y brillantez. Amenizaron nuestra espera antes de degustar en el Heineken stage a Cycle, nuestros amados y odiados a partes iguales, representantes de la movida techno punk que puebla la moda del momento. Sus hits Apple Tree o Confusion sonaron dignamente y la China Patino a falta de voz, mostraba pechuga para regocijo púber. El nuevo cantante la verdad es que no convence, pero a falta de nada mejor, esto fue lo que nos ofrecieron. Sin abandonar la electrónica con toques de baile, desembarcaban en el segundo escenario los Stereo MC´s, cuyo vocalista afirmó que siempre ponen su máximo empeño en darlo todo en el escenario y a fe que lo hicieron. Su concierto fue para enmarcar y su acid jazz con toques de trip-hop y de soul resultaron de lo mejor que se vio. Un directo cargado de matices, rico en profundidad y progresión y con un vocalista que ejerció de gurú, hipnotizando a los asistentes, con su energía y su entrega. Ni la tromba de agua que empezó a caer a mitad de concierto fue un impedimento para hacerles salir esa tarde por la puerta grande. Los ecos de grupos hermanos como Morcheeba eran inevitables, aunque los Stereo MC ´s la verdad, parecen estar en mucha mejor forma. A continuación en el Heineken stage, el producto musical por excelencia made in MTV hacía su ridícula aparición estelar, en mitad de una persistente lluvia. Nunca hasta ahora el marketing había conseguido mezclar tan bien a cuatro bufones saltarines micro en mano y disfrazados con ropas de marca.

Actuando como las estrellas que se creen que son, tuvieron la desfachatez de acudir con sus propios gorilas de gimnasio. Recién traídos de los USA o quizá era que simplemente no sabían hablar, estos se limitaban a intimidar de malos modos a todo aquel que bailaba más de la cuenta en primera fila. Entre tanta pirueta barata, tenia la sensación de estar asistiendo a una gran maniobra de distracción: cuando tu música no funciona, te limitas a potenciar otras habilidades sobre el escenario. Pero como en todo circo, ellos no fueron más que los teloneros. Una hora después los reyes del pop electrónico de los 80, los Pet Shop Boys, destapaban todo su arsenal de simpática horterez para presentar su nuevo álbum “Fundamental” que casi nadie había escuchado. Como era de esperar “Go West” –qué sorpresa !- cerró su magnífico display de sintetizadores y bailarines vestidos de chándal. Como guinda final los brutales The Prodigy aguardaban entre bastidores -o más bien de camino en sus furgonetas- para cerrar, con retraso según lo previsto, el festival en el escenario principal. Su violenta descarga de electrónica y vocales eran una apisonadora, algo así como si a Rage Against the Machine les hubiesen añadido el frenesí del hardcore y del drum n bass. A base de hostias sónicas como Breathe o Smuck My Bitch Up pusieron el patio patas arriba. Una entretenida aunque ruda locura musical. Por lo que respecta al apartado de dj´s a destacar la finura y la elegancia de Jaumëtic, cuya sesión debió ser programada más tarde al coincidir con el directo de los The Prodigy. Su maleta, plagada de discazos y de techno atmosférico fueron arrebatadores. Por su parte John Acquaviva puso de manifiesto que todavía tiene algo que decir en el panorama electrónico actual y ofreció un recital de techno de altos quilates, con mezclas imposibles y bombos atronadores. Gran dinamismo y potencia se daban la mano. Muy espectacular. Por último seria injusto olvidarse del sueco Jesper Dahlbäck, que ofreció buenas dosis de baile, sin necesidad de demasiadas revoluciones y del techno algo hooligan de Danny Howells, que no se suele prodigar demasiado por la Península Ibérica. Casi se me olvidaba, el cierre de Eric Prydz fue para echarse a llorar. Tanto nombre y tan pocos argumentos...

En resumen, la segunda edición de un festival que cada año apunta más alto, tocaba a su fin y con algunos detalles de cara al futuro para mejorar: el camping y sus instalaciones, el déficit y la mala ubicación de los WC´s portátiles y la educación de algunos de los toscos miembros del escuadrón de seguridad o de control, que no tenían piedad del pobre acreditado a la hora de barrerle el paso, para acceder a las zonas en las que desconocía no poder acceder. Dicho esto, también destacaremos la belleza del paraje en el que se encuentra el festival así como la calidad de la mayoría de los artistas asistentes. Hasta el año que viene si Dios quiere...




Por: Guillermo Granell  


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