Arte y Literatura

Juventud
J.M. Coetzee

Aunque presentado como un libro de memorias, Juventud tiene toda la apariencia de una novela, una novela de aprendizaje-novela de artista en versión posmoderna. El narrador evoca una vida sin revelar en ningún momento que es la suya. Recrea con maestría verbal y completa verosimilitud a un J.M. Coetzee veinteañero; su mundo interior y la forma en que se relaciona con el mundo que le rodea durante un periodo clave de su vida, entre los diecinueve y los veinticuatro años, entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, cuando decidió dejar Sudáfrica e irse a vivir a Londres.

Para el joven Coetzee, Picasso representa el epítome de hombre completo, héroe sexual y artístico al que le gustaría parecerse. En la radio suenan Mozart, Beethoven, sobre todo Bach, si puede ser. Aborrece la música moderna norteamericana, que le persigue por todas partes vendiéndole una identidad global unificada. Cotzee bucea en su interior:

“La cuestión de qué debería tener entrada en su diario y ser guardado para siempre afecta al corazón de todo lo que escribe. (.../...) Además, ¿quién dice que los pensamientos que escribe en su diario son sus sentimientos verdaderos? ¿Quién dice que mientras mueve el bolígrafo está siendo en todo momento él mismo de verdad? Puede que en un momento sea él y en otro simplemente esté inventando. ¿Cómo puede estar seguro? ¿Por qué tendría que querer estarlo?” (pp.17-18)

En su tierra natal no consigue encontrar su sitio. Es pasto para la náusea mientras sospecha que la vida convencido de que no tiene nada que ver con funcionarios en despachos fúnebres a lo Eliot o Kafka está en otra parte y sueña con todas las mujeres que desea poseer y con transformarse en un artista bohemio. Se traslada a Londres asumiendo todas las precariedades y decidido a darle un empuje a la búsqueda de su identidad cultura, lenguaje. Quiere olvidar el afrikáans, el idioma de la opresión, quiere olvidar África, aunque más tarde tenga que recuperarla a través de los libros (I never saw the East Coast, until I moved to the West, Tom Waits):

“Sudáfrica es una herida interna. ¿Cuánto tiempo más tardará en dejar de sangrar? ¿Cuánto más seguirá teniendo que apretar los dientes y aguantar antes de poder decir “Hace tiempo vivía en Sudáfrica, pero ahora vivo en Inglaterra”?” (p.119)

Sin embargo, los desencuentros amorosos y la parálisis creativa también cruzan el mar y sigue sufriendo esterilidad, angustia, cierto mal de Montano, con palabras de Enrique Vila-Matas, viviendo en Londres o en Aldermaston. Le acosa un alto sentido de la moral de lo que debe hacer: “Sabe lo fácil que es ser malo, que basta con relajarse para que emerja la maldad”(p.134). Necesita ganar dinero y, a desgana, empieza a trabajar como programador de ordenadores. Antes de darse cuenta se halla inmerso en todo lo que quería evitar. El mayor entusiasmo que llega a sentir se lo produce el descubrimiento de una novela de Samuel Beckett: Watt.

Tal y como aquí nos explica la historia y teniendo en cuenta los acontecimientos posteriores en la vida del escritor será pionero en aplicar los recursos digitales al estudio de la literatura, el encuentro casual de Cotzee con la informática es un verdadero milagro, un azar maravilloso que contribuirá a la creación de cierto sentido para una vida. Pero de la voz del narrador, escultor de hielo hermoso y terrible, no se desprende ningún atisbo de alegría .

A pesar de que estén impregnadas de pesimismo y de tristeza, las palabras son prueba o testimonio de esperanza y JM Cotzee encuentra en el arte una forma de felicidad.







Por: Anton  


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