Live

Wire | Apolo | Barcelona | 2003-10-03

Cuando aún andaban por algún rincón de mi mente las vívidas polaroids del desembarco de Wire en el pasado Primavera Sound, los padrinos del protopunk regresaron a Barcelona no sé bien si a hacer balance de los daños inflingidos en aquella ocasión o a tirar por tierra las pocas reticencias supervivientes tras su triunfal slot en la carpa Rockdelux. En cualquier caso, y en una hora justa de tiempo que supo a (muy) poco, los británicos facturaron el mejor concierto de lo que llevamos de año. Habida cuenta de que ellos mismos eran sus principales contrincantes en el casillero, el cuarteto londinense no tuvo más que afilar un poco más sus armas en comparación a su visita anterior y acometer un set list calcado al de aquella ocasión con todavía más rabia.
Si bien Colin Newman bailó menos sobre el entarimado del Apolo que bajo los focos del Poble Espanyol, el envoltorio musical cocinado por él y por los otros tres proto-hombres que configuran su banda fue todo lo rápido, sucio y trotón que cabía esperar: seguimos hablando, como en aquella ocasión, de hombres de casi cincuenta primaveras haciendo punk de trazas industriales pero, una vez más, aquí cualquier preconcepción posible queda reducida a cero tras dos minutos de exposición a la Wire experience. Robert Gotobed no es un batería, es una caja de ritmos con los brazos más fibrados que el protagonista de un espacio de televenta, Graham Lewis no sabe si tocar el bajo o partírselo él mismo en la cabeza, Bruce Gilbert da pistas falsas haciendo todo el concierto de vejestorio aburrido, pero las excursiones sónicas de su guitarra hacen palidecer de envidia a toda la horda de bandas de nuevo metal, y Newman... Bueno, Newman directamente es de otra galaxia... Imagínate a tu profesor de química de segundo de BUP maltratando una guitarra y pronunciando frases cortas e inconexas a través de un micro masterizado por encima de lo saludable para tus oídos: Colin se le parece, pero es a la vez algo completamente distinto. ¿Que cuál es la diferencia? Pues que tu profesor de química estaría ridículo de esa guisa, y en cambio a este (casi) quincuagenario te lo crees y te pone la carne de gallina.

El set list se centró en el material de su reciente "Send" [2003; Pink Flag] y, como ya ocurrió en su visita de mayo, solo en el bis se permitiron algunas concesiones a su cancionero anterior con la reinterpretación en clave industrialoide de las seminales Lowdown, Strange y Pink Flag. Cuando el último acorde de este último tema fundió en negro recuperé mi conciencia occidental y cartesiana: llevaba una hora en otro sitio diferente por obra y gracia de cuatro tipos de la quinta de mi padre, y aunque ese era un filón muy goloso para frivolizar el contenido de esta crítica, no tenía ganas más que llegar a casa y apuntalarla entorno a otro concepto distinto. Tenía algo que ver con ser un genio pero, en cualquier caso, han pasado ya unas semanas y no consigo más que recordar que el concierto del otro día fue rápido, sonó fuerte y acabó resultando memorable. Hete aquí un redactado pasable sobre esas tres cosas. Fin.




Por: iván carballido  


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