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XIV Festival Internacional de Benicàssim | I Parte | Benicàssim | 2008-07-17

XIV Festival Internacional de Benicàssim. 17-18-19-20 Julio 2008

Intro

Sin querer entrar en valoraciones sobre quién tiene la culpa, me gustaría comentar algo que seguramente no se nos ha escapado este año a ningún aficionado a la música y que creo necesario denunciar, a la hora de valorar una temporada de festivales que está ya tocando a su fin...

2008 será recordado como el año de la “Guerra de Festivales”. Nunca antes en la paupérrima historia musical de este nuestro país, se había conocido tal aglomeración de eventos musicales, pseudo festivales de día y otros de nueva creación, luchando por hacerse con cada centímetro cuadrado de nuestro bolsillo. Porque no nos engañemos, la música en directo es ahora el gran negocio y todos quieren su parte del pastel.

Esto va sobretodo dirigido a aquellos empresarios sin escrúpulos, cuyas ambiciosas miras parecen haberse fijado en este tinglado que conocemos por industria musical.
Creo que deberíamos felicitar a algunas de las promotoras musicales más importantes del país, por contraprogramarse las unas a las otras, haberse dedicado a robarse cabezas de cartel con tácticas que nada tienen que envidiar a los mercenarios del fútbol y hacernos perder nuestro tiempo y dinero diseminando a grandes bandas en sus respectivos festivales, de manera que resulte imposible poder disfrutar de ciertos artistas que seguramente tardaremos en volver a ver en la Península.

¡Muchas gracias a todos por su colaboración!

Jueves 17

Sol, calor y buena música. La XIVª edición del FIB ha comenzado. Recogemos nuestra acreditación y nos encaminamos hacia el Escenario Verde, donde Krakovia parecen estar repartiendo los primeros chillidos. Poca música y demasiada pose para una banda formada a partir de los restos de otras dos bastante mejores como Cycle y Ellos.



Todas sus canciones sonaban absolutamente igual, aberrantemente pasadas de volumen y con una pobre instrumentación. Tanto fue así que la mayor parte de los pocos asistentes a su concierto, parecían más interesados en los encantos de “Vinila Von Bismark” que en sus limitadas habilidades vocales...

Tuvieron que llegar Nada Surf al escenario para hacernos despertar con un sonido enormemente nítido y potente. Nos brindaron un breve pero intenso repaso a su más reciente álbum, “Lucky”, sin dejar de revisitar el pasado con temazos de la talla de “Inside Of Love”, “80 Windows”, “Happy Kid”, “Concrete Bed”, “Always Love” o “Blankest Year”, que nos supieron a poco a la mayoría de sus fans. Aunque ya se sabe, que en un set de festival, hay que actuar a contrarreloj, para intentar tocar todo aquello que puedas, como el propio Matthew Caws, nos comentaría en persona unas horas después.



Pausa para unos refrigerios y el Escenario Verde amanece engalanado con globos gigantes y otras guirnaldas. Es la hora de los islandeses Sigur Rós. Banda precedida de una mística, casi de leyenda y que les acompaña allá donde van. Su épica festivo optimista y su melancolía introspectiva, sacuden al espectador a partes iguales. Su discurso resulta marciano y embriagador a la vez. Te sorprenden e hipnotizan. No es de extrañar que la BBC inglesa, se apropiase de uno de sus temas más famosos, cuyo nombre no recuerdo, para acompañar a su majestuosa serie sobre el planeta Tierra.



Inmensos y emotivos, aunque su concierto no sea de aquellos que resulten de fácil asimilación. Días después de su actuación, todavía guardas instantes del mismo en tu retina, que rescatas una y otra vez para revivir estados de ánimo y ensoñación. Poco más se puede añadir.

Después de semejante avalancha de música arrolladora, llegaba el momento de intentar cenar algo y recobrar energías, de cara a afrontar con la mayor entereza y dignidad posibles, el último tramo de esta noche inaugural.

De vuelta al Verde, Black Lips perpetran un esperpento en forma de concierto. Deslabazados y caóticos, tienen pintas de principiantes armados con instrumentos que parecen no haber tocado jamás. En las primeras filas, decenas de jóvenes anglosajones saltaban hacia el foso enfervorecidos, aunque sinceramente no había para tanto. Quizá mucha gente se lee demasiado las entrevistas musicales cool de la revista Vice, creyendo que van a descubrir a los nuevos salvadores de la música rock. Ya les gustaría...

Para el recuerdo el momento en que alguien del público les lanzó una zapatilla al escenario y uno de sus miembros replicó: “la verdad es que no tenemos mucho dinero, pero tampoco somos tan pobres como para que nos lancéis una zapatilla. Aunque si lo volvéis a hacer, la próxima vez que sean dos”. Gran respuesta, que me hizo pensar en que quizá este atajo de golfos eran más brillantes de lo que yo creía. En cierto modo, esa fue su pequeña redención personal, que no musical.

Por primera vez durante el día de hoy, cambiaremos de escenario, aunque el motivo bien merece la pena: el concierto de Battles. El Vodafone FIB Club, está atestado hasta la bandera y la fiesta ya está armada antes de que los integrantes de esta banda hermanada musicalmente con grupos como Mouse on Mars o Chk Chk Chk, salgan al ruedo. Una hora de saltos, sudor, aplausos y percusión. Mi festival favorito del verano había comenzado...

Viernes 18

Sudoroso y jadeante, llego a tiempo para degustar, por decirlo de alguna manera, el espectáculo hooligan de los Babyshambles. Union Jacks por todas partes, torsos lechosos al descubierto, rostros enrojecidos por el sol y sonidos guturales espoleados por la cerveza. No estoy en un festival inglés pero podría estarlo. Y es que un espectáculo como este no se ve todos los días, así que ese fue el momento perfecto para sentarse en las gradas y armarse de palomitas y cerveza, como cuando vas al cine en verano a ver una película mala, que disfrutas como un enano.



Al final del concierto y con la ya consabida “Fuck Forever”, Pete parece tener algunas lagunas con la letra, gamberrada de enfant terrible o patético ejemplo de cómo no terminar un concierto... Que cada uno elija su respuesta en función de la opinión que le merezca el Doherty “artista”. Aunque quizá sería más acertado calificarle de personaje.

A lo lejos, de la enorme carpa Fiberfib, nos llegan unos primitivos y repetitivos sonidos de timbales africanos y demás beats nacidos del sampler de este hombre llamado El Guincho, cuyo concierto es básicamente una gran farsa. Hay que tener valor para subirte a un escenario a timbalear como un chiquillo de preescolar. Uno de los mayores bodrios vistos por un servidor en mucho tiempo...

Nos vamos hacia la otra carpa, la Vodafone y los delicados Fujiya & Miyagi, desgranan sus pequeños temas, medios tiempos y ritmos suaves, para la hora de cenar. Pero poco más la verdad.



New York Dolls, tampoco es que rayasen a gran altura, resultando benévolos. Su líder y cantante, parecía una versión engordada de Mick Jagger. Muy aburridos y fuera de forma. Extremo este reconocido por uno de sus fans más acérrimos a pie de pista, que conste.

Menos mal que les llegaba el turno a los británicos Hot Chip y pude despertar de aquella pesadilla. Una vez más, la enorme carpa Fiberfib se quedaba pequeña ante la avalancha brit –esto iba a ser una tónica durante todo el festival por cierto- y desde “Shake a Fist” hasta la ya famosa “Over and Over” resultaron un aplastante veni, vidi, vici (vine, vi, vencí). Fiestaca en mayúsculas y primera bacanal de sudor y alcohol del festival. Estos británicos venían a sacar pecho y salieron por la puerta grande.

Llegaba el turno de uno de los platos fuertes de la presente edición del FIB: My Bloody Valentine. Expectación y escepticismo a partes iguales suscitaba su concierto, ya que muchos querían ver de lo que iban a ser capaces. Sobre el Escenario Verde aparecen cuatro ya no tan jóvenes, con pintas de grunges de principios de los 90. Suenan “Only Shallow” y “When You Sleep”. Espectaculares. Pero a partir de aquí se desata la brutal descarga de ruido en que iba a convertirse su concierto. Las voces apenas se oían, el juego de luces pobre o casi inexistente y una atmósfera sonora enfermiza bañaba todo el recinto. Más de uno se echó las manos a los oídos... esa distorsión apabullante, parecía diseñada para lacerar el oído a cualquiera. Tuvimos que ponernos a cubierto, a salvo de esa metralla sonora que atravesaba todo aquello que se le ponía por delante. Algunos dirán “yo vi a My Bloody Valentine desde primera fila” con un gesto de orgullo, pero creedme cuando os digo que se trata de chiflados temerarios.



Intentar soportar ese muro sonoro que se te venía encima, era como tratar de plantarle cara a Aníbal y su ejército de elefantes. Una gesta, sólo al alcance de los perseguidores de proezas imposibles, aunque no exenta de locura. El resto de actuaciones de la noche quedarían ensombrecidas después del paso de este huracán sónico...

Ni siquiera los contundentes bombos de Danton Eeprom, te afectaban lo más mínimo, pese a tratarse de una actuación en formato live, con una ristra de temas de lo más bailables y sofisticados. Sus apenas sesenta minutos de concierto parecieron evaporarse en un abrir y cerrar de ojos. Mientras tanto, Róisín Murphy hacía lo que podía para no repetirse a sí misma, en un concierto casi idéntico al del Sónar o FIB... de 2005...



En otro universo distinto Erol Alkan se dedicaba a lo suyo: recopilar, mezclar y encadenar los hypes del momento en el Fiberfib.com.

Haciendo gala de su característico estilo de rockero gafapasta pinchadiscos, con buena maleta y algunos vicios de dj flipado, acostumbrado a pinchar para los amigotes. Perfecto para esas horas en las que el cansancio empieza a castigar las piernas y a minar la moral del cronista. Sin embargo, ya a altas horas de la madrugada, íbamos a asistir a la entrega del cetro de rey de la jornada, que fue a parar merecidamente a manos de Robert Babicz y su live celestial. Hacía mucho tiempo que no teníamos el gusto de escuchar una electrónica, tan melódica, elegante y refinada como la que brotó del laptop del alemán. Cual incesante manantial, las notas se propagaban por la carpa, generando vida a su alrededor. Un placer para los sentidos, una delicia elaborada en forma de sesión. Cadencias envolventes, beats ácidos, atmósferas minimal y ritmos progresivos, no aptos para paladares primerizos.

Y lo más excitante de todo, era que las dos mejores jornadas del festival, estaban aún por llegar...




Por: Guillermo Granell/Fotos por: Archivo FIB 2008  


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